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21 julio 2010

La princesa que no se veía en el espejo

Habia una vez una princesa que no sabía mirarse al espejo.
Cada vez que tenía un espejo en frente,
veía cosas diferentes a ella misma.
Era capaz de mirar todo menos a si misma.
Le costaba trabajo encontrar su imagen
aunque era capaz de ver todo lo demás con lujo de detalles.
Un día, se miró al espejo con su mejor amiga
y ella pudo ver claramente a su amiga
pero no podía verse a ella.
se dió cuenta de que esto estaba sucediendo
pues no se reflejaba en el espejo...
Preocupada viajó a un pueblo cercano al suyo
en el que hacían los mejores espejos para mandarse a hacer uno.
Meses más tarde llegó el espejo en el color rosado brillante
y con todos los adornos que la princesa había querido,
con detalles lujosos y algunas piedras preciosas,
segura de que éste sería sin duda el mejor espejo que se había hecho.
Al llegar, la princesa sorprendida estalló en llanto pues de nuevo
no puedo hallar su imagen en el espejo.
Pronto por toda la región corrió la historia de la princesa
así como la noticia de que su padre,  El rey,  premiaría con un cofre lleno de oro
a quien hallara el espejo
en el que su amada hija pudiera verse.
Empezó un gran concurso y llegaban espejos de todos lados.
Hermosos, encantados, hechizados y otros más modestos,
pero aún así no lograban reflejar la belleza de la princesa.
Un día una anciana que trabajó durante años en el palacio de su padre
y conocía a la princesa desde su nacimiento,
quiso llevarla a dar un paseo.
El rey un poco temeroso de que la anciana estuviera molesta por haber sido retirada de su trabajo desde hacía varios años,
ordenó a la nodriza de confianza acompañarlas a la caminata.
Quien regreso sorprendida a contar lo que pasó...
La anciana empezó a hablarle a la princesa
y le preguntó
por que ella creía que no podía verse en el espejo
ella le respondió que todas las personas le decían que tenía una belleza inalcanzable
pero que ella no se sentía feliz,
confesó que se sentía vacía por dentro y que siempre buscaba fuera de su interior la respuesta a todas las cosas.
Pronto la anciana, le dijo:
cuando solo miras fuera tuyo, pierdes la capacidad de verte.
cuando solo juzgas a los demás, olvidas la capacidad de ser objetiva y juzgar tus actuaciones.
Para verse en el espejo, debes mirarte a ti misma al alma.
La princesa comprendió de que hablaba la anciana
y sentadas frente a un lago en calma
pudo observar su reflejo y no el de la anciana en el agua.
Comprendió entonces que todos los espejos que tenía podrían dejarla ver su imagen
pero supo en ese momento, que ya no le harían falta....
Al regresar al Palacio, El Rey esperaba ansioso con el cofre lleno de oro en sus manos
y se lo entrego con una fuerte abrazo en agradecimiento a la anciana.

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